¿Las Cosas Malas, que te manda Dios?

¿Las Cosas Malas, que te manda Dios?

 

 

 

Dios, nuestro Padre, no es un ser que castigue con cosas malas… sino que todo lo que El da es bueno, y todo lo malo, es… ¡que no es de Dios!

 

Veamos primero, qué es una cosa mala… ¿Qué significa malo? Esto es: “algo que ocurre inoportunamente, o es contrario a un fin, por el hombre determinado”. Algo que no nos agrada, que nos duele, que nos da miedo, que perjudica nuestra persona o nuestro cuerpo o nuestra voluntad, y tantas otras cosas más negativas, que podríamos añadir.

 

Pero veamos ahora, ¿A quién “le” causa en realidad todas esas sensaciones no deseadas? ¿A cual… de las dos claras tendencias que tiene nuestra persona? ¿Qué parte de nosotros no las desea?

 

Porque en verdad… por mucho que sufriera aquí un espíritu manso en nosotros, es decir un ser humilde y que vive “en Jesucristo”, alguien renacido en el espíritu, alguien deseoso de vivir La Vida de Jesús, o más allá aún: Jesús mismo… ¡Él, no vio que las “cosas malas” que le sucedieron en Su vida, fueran En Verdad malas!.

 

Aunque obviamente cualquier persona, seguidora o no de Jesús, y viendo objetivamente lo que Él vivió, fácilmente concluiría que pasó por vivencias muy desagradables, pues nuestros ojos de hombre ven claramente cómo Él se enfrento, entre otras “cosas malas” a:

·  El abandono del hogar

·  El aislamiento personal temporal

·  El vivir sin techo

·  El vivir sin lo que se da en llamar ingresos propios

·  El rechazo de la alta jerarquía humana, que representaba precisamente lo que Él decía ser: La Palabra de Dios

·  El no reconocimiento y la incomprensión de muchos a los que Él había entregado la vida, en mensaje

·  La persecución

·  Las amenazas físicas y también de muerte

·  La traición por quién convivió con Él los años que dedicó a enseñarle y a quien confió responsabilidades e intimidades de Su propio ministerio

·  El apresamiento público

·  El saber que renegaría de Él, hasta por tres veces, quien le decía que le amaba

·  El sentir la soledad, por la ausencia de sus amigos en pleno acoso de las autoridades

·  Los diversos juicios a muerte, con todas sus incertidumbres

·  Las acusaciones infames y falsas por parte de esa jerarquía humana que representaba precisamente lo que Él decía ser

·  El sufrir la falta de criterio y protección de la justicia civil que le procesó, por falsas acusaciones

·  El encarcelamiento

·  El ver cómo Sus gentes rechazaron su indulto, y eligieron salvar de la muerte a un delincuente antes que a Él, siendo inocente

·  El escarnio publico

·  La ensañada tortura física

·  La humillación publica del camino al sacrificio y arrastrando su propio madero de muerte

·  La mas dolorosa, denigrante y proscrita de las muertes de Sus tiempos, entre malhechores

·  Finalmente: La agonía física hasta su expiración, el recibir vinagre cuando moribundo pide agua, y aún muerto ser ensartado con lanza.  Y todo ello… viendo que eran precisamente aquellos a quien Él amaba, y había venido a salvar… Por los que había venido al mundo. Que precisamente ellos fueran, los que de esas crueles formas, lo expulsaban del mundo.

 

Y Así nos demuestra Jesús que a todos, hasta al que en verdad vive en El Padre aquí en la tierra, y a ojos de cualquier persona, ciertamente… les puede acontecer “cosas malas” en su vida…

 

Pero ese que las vive y las ve desde La Verdad… desde el mismo Padre en la tierra en persona (Jesús), no solo no las ve malas, sino que no las vive como malas,

…y las bendice:

“…Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.’…”

…y hasta las perdona:

“…Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.’

 

No es que bendiga las cosas malas aquel que las vive desde Dios, por lo que estas son ni por causa de “quien” vienen; pues no son sino errores (pecados) y no vienen sino por causa del mal (diablo). Pero Aún así, encuentra él bendición en las llamadas “cosas malas” por los hombres. Tampoco significa esto que no se vean venir como cosas dolorosas:

“…Y adelantándose un poco, cayó sobre Su rostro, orando y diciendo: ‘Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa;

…pero se alcanza La Paz al renunciar a la voluntad propia, por La Voluntad del Padre:

pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras.’…”

 

 

Pues el que conoce Al Padre sabe que “Todas las cosas, aún no viniendo de Dios, tomadas en Paz… acaban llevando a Dios”.

 

 

 

Gracias Padre.

 

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